La mediación familiar es un instrumento de ayuda profesional para la búsqueda de soluciones y acuerdos cuando existe un conflicto familiar.
El proceso de mediación puede tener lugar en cualquier momento de la separación, puesto que lo que persigue es llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes.
El mediador le ayudará a obtener una propuesta de convenio regulador consensuado por ambas partes de la pareja. Después lo presentan al Juez y éste lo aplicará a la sentencia de divorcio.
La mediación es una forma alternativa y a la vez complementaria a la vía judicial. Es una forma “alternativa” porque debemos tener la posibilidad de recurrir a la vía judicial en aquellos casos en que la Mediación no sea posible. Y a la vez es una forma “complementaria” porque entendemos que la Mediación y la Justicia pueden ir juntas, resolviendo cada una aquello para lo que es más útil en beneficio de todos.
Durante todo el proceso de mediación, el mediador tiene las siguientes funciones:
El proceso de mediación necesita de un espacio temporal acotado, por lo que suele limitarse a entre 5 y 10 sesiones habitualmente.
El proceso de mediación puede finalizar:
En un proceso de mediación ambas partes resultan ganadoras. Se pasa del enfrentamiento a la cooperación para buscar soluciones que sean convenientes para las partes implicadas.
Se cambia la idea de ganador o perdedor por la de que todos ganan, gracias a la actitud de participación, contribución, voluntariedad, fuena fe y espítiru negociador.
Con la Mediación no se olvida el derecho de los abuelos a ver a los nietos, garantizado por la Ley. Podemos llegar a acuerdos entre padres y abuelos para que éstos últimos puedan ver a sus nietos con normalidad, eliminando la actualización de los Tribunales.
La mediación permite llegar a acuerdos para que la comunicación entre padres e hijos se reestablezcla con normalidad.